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Instituto de Ensenanza Secundaria Al Baytar, Spain

The Life of an aluminium can (in Spain): VIDA DE UNA LATA DE ALUMINIO

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           Capítulo 5

 

En ese mismo instante, junto a la farola, la lata de ravioli pudo observar junto a ella a otra lata, ésta de Fabada Asturiana. Las dos comenzaron a huir juntas pero no revueltas hasta llegar a un lugar en el que se encontrasen a salvo. Una vez allí, comenzaron las presentaciones:

-“Hola, soy una lata de  Fabada Asturiana, y como puedo observar, tú una de ravioli, ¿no?

-         Exacto, una lata de ravioli que se ha sentido atraída por ti.

Mientras las latas conversaban animadamente, fueron capturadas por los hocicos babosos de dos agresivos Rotweiller, que fueron a dejarlas a orillas del río Tormes.

Una mañana, las encontró un chaval con aspecto desaliñado y de estar hambriento. Cogió las latas con mucho ímpetu y alegría y se marchó deprisa a casa de su nuevo amo, tras haber dejado de servir a un malvado ciego que lo maltrataba constantemente.

Su dueño, vivía con su abuela. Al llegar a casa, propuso al escudero, su amo, cocinar el contenido de las latas, pero el orgulloso escudero, sin querer admitir que tenía hambre, le contestó que no necesitaban cocinar unas latas que Lazarillo había encontrado a orillas del río, las cuales podían tener infecciones de todo tipo. Las latas se ofendieron muchísimo con la actitud del escudero.

Al día siguiente, el escudero salió al mercado advirtiendo a su abuela que no asistiría al almuerzo, momento que aprovechó Lázaro para volver a proponerle a la abuela cocinar las latas que se encontró junto al río. Ella, una señora mucho más honrada y sincera que su nieto, aceptó la propuesta rápidamente sin pensárselo dos veces.

Llegó la hora de comer y las latas percibieron cómo una mano se dirigía a coger a una de las dos. Estaban aterradas porque una de ellas iba a ser decapitada por un abridor sin escrúpulos. La lata elegida por la abuela para ser consumida fue la de Fabada Asturiana. La lata de ravioli se quedó desconsolada de ver cómo se llevaban a su amada mientras él no podía hacer nada para evitarlo.

La abuela ya había servido la comida y, para sorpresa de los dos, el escudero apareció por la puerta. La abuela le mandó sentarse para comer y él obedeció ignorando que la comida estaba hecha con una de las latas que Lázaro había encontrado.

Comenzaron a comer los tres mientras la lata de ravioli se hallaba en una sucia y vieja estantería soportando sin ningún remedio los comentarios que los tres hacían sobre la fabada, los cuales herían gravemente sus sentimientos.

De repente, la lata pensó que su amada se estaba defendiendo al interpretar mal uno de los comentarios del escudero, el cual decía: “¡Abuela, esto está de muerte!”. Obviamente, éste se refería al buen sabor que tenía la comida.

La abuela pensó en preparar la otra lata, se levantó de la mesa y fue en busca de ella. Estaba aterrorizada al respecto, pero se libró tras ser observada un buen rato por la vieja que, con cara de pena, lanzó la lata por la ventana al ver que ya había caducado.

La lata sufrió un fuerte impacto al caer en una chumbera, pero, aun habiendo pasado tanto dolor, sentía que volvía a ser libre, aunque sufriendo la ausencia de la fabada asturiana.

La lata emprendió un largo camino hacia la fábrica en la que había sido creada, aunque, por supuesto, en el camino de vuelta le quedaban muchas aventuras por vivir...

 

                                          Por:  Angélica Macioszek

                                                  Cristina López

                                                  Chloé Añón

                                                      Benalmádena (Spain)