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Instituto de Ensenanza Secundaria Al Baytar, Spain
The Life
of an aluminium can
chapter 1 chapter 2 chapter 3 chapter 4 chapter 5 chapter 5 (english)
Capítulo 1 Un día,
un pequeño trozo de hojalata sintió que unas extrañas máquinas le
estaban dando forma. Lo convirtieron en una típica lata redonda. Se
sintió un poco desconcertada cuando la subieron en la máquina
siguiente. Todo se volvió oscuro de repente y sintió que su nuevo
cuerpo estaba cambiando. Luego, se hizo de nuevo la luz y notó que se
había convertido en una lata llena de colores. Pero la tortura todavía
no había acabado porque a continuación la subieron a una nueva cinta
transportadora donde fue rellena de un extraño líquido y le fijaron la
tapa. Pero,
repentinamente, una rata se subió a la cinta y tiró la lata al suelo. “¡Socorro!”
pudo solamente gritar la lata al encontrarse a la merced de nuevas
adversidades. Todo había sido aterrador, pero los días siguientes se
asemejarían aún más a una horrible pesadilla. La rata
se había atrevido a empujar la
lata fuera de la cinta y, por si fuera poco, empezó a llevarla rodando
hacia su hura . Pero,
de súbito, la lata oyó maullidos y un gran gato negro salió de detrás
de una esquina. La rata miró con ojos desorbitados y, con el rabo entre
las patas, se metió como un rayo en su hura. El gato
que había ahuyentado a la rata trató a la lata como de su propiedad.
Empezó a darle vueltas arañándole todo el tiempo. Los
sufrimientos de la lata hubieran continuado si no hubiera sido por una
voz que venía de lejos llamando “¡Miisu!, ¡Miisu!, ¡Miisu!”, y
el gato negro se volvió rápido al lugar de donde procedía. La lata
dio un suspiro de alivio e intentó meterse rodando debajo de la mesa y
se quedó dormida roncando. Al
mismo tiempo la jornada de trabajo en la fábrica había
acabado y los trabajadores se habían ido a sus casas. La lata,
después de haber dormido sólo unas horas, oyó pasos silenciosos y vio
que alguien encendía una linterna. Se asomó por debajo de la mesa y
vio a unos hombres enmascarados. Su
primer pensamiento fue escapar. Empezó a darse vueltas despacio pero
repentinamente tropezó con algo grande y rojo. Una alarma saltó y los
ladrones se escaparon. Se dio cuenta de que
había hecho una buena jugada y había evitado un robo en la fábrica. Pasados
unos cinco minutos la fábrica se llenó de toda clase de gente. Por ese
día se acabaron sus aventuras y se quedó de nuevo dormida. Al
despertarse bien despejada por la mañana, nuestra lata comprendió que
no podía tirarse toda la vida debajo de una mesa. Así que decidió
echar un vistazo alrededor para ver lo que iba a hacer. Pero
resultó no ser tan buena la idea. Unos zapatos del 43 la habrían
pisado si no hubiera sido por el grito de una mujer: “¡Mira!,¡ hay
una lata!” El hombre se agachó para coger la lata y la puso en la
caja donde había otras de la misma clase. Estonia( clase de 7º) |