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Instituto de Ensenanza Secundaria Al Baytar, Spain

The Life of an aluminium can (in Spain): VIDA DE UNA LATA DE ALUMINIO

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              Capítulo 1

 Un día, un pequeño trozo de hojalata sintió que unas extrañas máquinas le estaban dando forma. Lo convirtieron en una típica lata redonda. Se sintió un poco desconcertada cuando la subieron en la máquina siguiente. Todo se volvió oscuro de repente y sintió que su nuevo cuerpo estaba cambiando. Luego, se hizo de nuevo la luz y notó que se había convertido en una lata llena de colores. Pero la tortura todavía no había acabado porque a continuación la subieron a una nueva cinta transportadora donde fue rellena de un extraño líquido y le fijaron la tapa.

 Pero, repentinamente, una rata se subió a la cinta y tiró la lata al suelo.

 “¡Socorro!” pudo solamente gritar la lata al encontrarse a la merced de nuevas adversidades. Todo había sido aterrador, pero los días siguientes se asemejarían aún más a una horrible pesadilla.

 La rata se había atrevido a empujar  la lata fuera de la cinta y, por si fuera poco, empezó a llevarla rodando hacia su hura .

 Pero, de súbito, la lata oyó maullidos y un gran gato negro salió de detrás de una esquina. La rata miró con ojos desorbitados y, con el rabo entre las patas, se metió como un rayo en su hura.

 El gato que había ahuyentado a la rata trató a la lata como de su propiedad. Empezó a darle vueltas arañándole todo el tiempo.

 Los sufrimientos de la lata hubieran continuado si no hubiera sido por una voz que venía de lejos llamando “¡Miisu!, ¡Miisu!, ¡Miisu!”, y el gato negro se volvió rápido al lugar de donde procedía. La lata dio un suspiro de alivio e intentó meterse rodando debajo de la mesa y se quedó dormida roncando.

 Al mismo tiempo la jornada de trabajo en la fábrica había  acabado y los trabajadores se habían ido a sus casas. La lata, después de haber dormido sólo unas horas, oyó pasos silenciosos y vio que alguien encendía una linterna. Se asomó por debajo de la mesa y vio a unos hombres enmascarados.

 Su primer pensamiento fue escapar. Empezó a darse vueltas despacio pero repentinamente tropezó con algo grande y rojo. Una alarma saltó y los ladrones se escaparon. Se dio cuenta de que  había hecho una buena jugada y había evitado un robo en la fábrica.

 Pasados unos cinco minutos la fábrica se llenó de toda clase de gente. Por ese día se acabaron sus aventuras y se quedó de nuevo dormida.

 Al despertarse bien despejada por la mañana, nuestra lata comprendió que no podía tirarse toda la vida debajo de una mesa. Así que decidió echar un vistazo alrededor para ver lo que iba a hacer.

 Pero resultó no ser tan buena la idea. Unos zapatos del 43 la habrían pisado si no hubiera sido por el grito de una mujer: “¡Mira!,¡ hay una lata!” El hombre se agachó para coger la lata y la puso en la caja donde había otras de la misma clase.

                                             Estonia( clase de 7º)